Cuidemos el agua, cuidemos las vertientes
Por el Dr. José Luis Arumí, investigador principal del Centro de Recursos Hídricos para la Agricultura y la Minería, CRHIAM.
Las vertientes son formaciones geológicas donde el agua subterránea aflora en forma natural creando esteros y ríos. Estas formaciones son consideradas como fuentes de agua seguras, pues en general el agua subterránea es de buena calidad y mantienen una temperatura constante.
Al vaciar un gran depósito de aguas subterráneas, el caudal de las vertientes tiende a ser bastante estable, incluso en los años secos. Hay vertientes de aguas frías y de aguas calientes, puesto que la temperatura depende de cómo se recargó el depósito de agua subterránea que se descarga en la vertiente. Si es una vertiente de montaña, que se recarga por lluvias o derretimiento de nieves, el agua será fría, pero si el depósito está en un sistema volcánico tendremos aguas calientes.
Como nuestro idioma es tan variado, en Chile también llamamos a las vertientes ojos de agua o puquíos, mientas que otros países de habla hispana les llama manantiales. En lo personal, me gusta más el término alfaguara, que me remonta a la España Arábica, que nos aportó las tradiciones del manejo del agua sobre las que se basan nuestras organizaciones de usuarios de agua.
Las vertientes han sido fuentes de agua que la humanidad ha utilizado desde siempre. Si uno se pregunta por qué existe una ciudad como Iquique en el lugar más seco del planeta, donde no llueve en 20 años, la razón es simple. En ese lugar hay vertientes que aseguraban el agua a los antiguos pescadores que recorrían el litoral. Entonces, ¿de dónde viene esa agua si no llueve? Pues de muy lejos y de mucho antes, el agua de las vertientes de Iquique proviene del altiplano y demoró unos 8.000 años en llegar a la costa.
Es así como hay muchos lugares donde las vertientes forman parte de nuestra historia. La más impresionante que me ha tocado ver es aquella vertiente que abrió Moisés durante el Éxodo, para dar de beber a los Israelitas y que sigue dándole de beber a los viajeros que pasan por aquella parte de Jordania desde aquella época.
Otra vertiente impresionante que me tocó conocer es la vertiente de Rhumequelle, en Alemania, donde aflora agua desde un sistema de túneles subterráneos produciendo una laguna que tiene una temperatura constante a lo largo del año. Imaginemos un invierno en Alemania hace 6.000 años atrás, donde está todo congelado y hay un lago tibio, por eso esa vertiente ha sido un lugar sagrado desde entonces.
A propósito de lugares sagrados, muchos católicos visitan el santuario de Lourdes en Francia y traen botellitas de agua de la vertiente que existe ahí.
En Chillán, la vertiente de Santa Elvira es parte de la historia y patrimonio de esta ciudad. Es estremecedor recordar que en el terremoto que ocurrió en verano de 1939 y con el calor que caracteriza esta ciudad, imaginar la importancia que fue esta fuente de agua para los sobrevivientes de aquella tragedia.
La vertiente más impresionante que conozco en la zona, es el lugar donde nace el río Diguillín en el valle de Aguas Calientes, ubicado en una ladera del Volcán Chillán. El río nace donde se juntan las aguas de dos vertientes, una fría y una caliente, que están ubicadas en la parte alta del valle. Posteriormente cientos de vertientes, unas de agua hirviendo y otras de agua fría, entregan agua al río que sale de este valle y cae cientos de metros en su recorrido a Atacalco.
La gente que vive en Los Lleuques depende de una gran vertiente que se ubica bastante cerca de la curva que sube a las Trancas. Es una interesante vertiente que nace en una quebrada llena de árboles, pero que está amenazada por basurales clandestinos donde mucha gente arroja restos de podas, construcciones e incluso artefactos eléctricos.